Predicación

 

 

La predicación dominicana surge esencialmente de la contemplación. El lema propio del dominico es “contemplar y dar a los demás lo contemplado”. Esta contemplación integra dos dimensiones perfectamente vinculadas. Por una parte tenemos la contemplación orante de la Palabra en la que el alma se eleva a la oración y alabanza a partir de los textos bíblicos. Por otra, tenemos la contemplación también orante de la vida personal, eclesial y social, donde se encuentran las claves para una adecuada interpretación de los textos bíblicos. Palabra, oración y vida forman una unidad armónica que sustenta al dominico en su servicio a Dios y a los hermanos.